Los líderes del G-8 se comprometieron a aplicar medidas para combatir las empresas fantasma, los paraísos fiscales y otros recursos que las grandes compañías utilizan para oscurecer su actividad y evadir impuestos. Las principales potencias mundiales apostaron, igualmente, por políticas fiscales y estrategias que permitan sacar a Europa de la recesión, acelerar el crecimiento económico mundial y crear empleos de calidad, especialmente para los jóvenes.