Tras el fracaso de Rubalcaba, entre los socialistas hay práctica unanimidad en señalar como requisito imprescindible para su recuperación el desempeño de la secretaría general “con autoridad”. Pero, de forma llamativa y contradictoria, la mayoría de los barones territoriales, que formalmente comparten este criterio, intentan preservar a toda costa “esa suerte de gobierno confederado de secretarios generales y ejecutiva con el que el PSOE se hunde desde hace tiempo.