A Donald Trump le disgustan el librecambismo, la OTAN y la Unión Europea. Y no necesariamente en ese orden. Con su último anuncio, la imposición de aranceles a las importaciones de acero (25%) y aluminio (10%), el presidente estadounidense materializa su apuesta por el proteccionismo y por poner a «América primero», incluso a costa de sus socios. Pero el envite va más allá de lo comercial y busca también presionar y crear discordia en la UE.